Piedrabuena – Batallón de Ingenieros de Combate 181 – Cia Ingenieros de Combate B


Fuimos incorporados en febrero del ’82 al Batallón de Ingenieros de Combate 181, en Comandante Luis Piedrabuena, Provincia de Santa Cruz. En pocos días, nos habían trasladado al campo de instrucción, situado en el paraje denominado Rincón Chico. Allí, nos instruyeron asegurando que, hacia fines de marzo, entraríamos en guerra con Chile, por el viejo conflicto que se mantenía con el País vecino, y que en el ’78 había tenido escaramuzas en la frontera.

Hacia fines de marzo, restando aún dos semanas, la instrucción concluyó abruptamente. Al retornar a la Guarnición Militar, el paisaje era totalmente distinto al que habíamos dejado. El páramo que era Piedrabuena se había poblado de carpas, cocinas de campaña, vehículos, personal militar, todo proveniente de otros puntos del País… era todo verde. Las imágenes confirmaban lo preanunciado en instrucción.

Desde ese momento, todo fue aprestamiento, armado de posiciones en los alrededores de la Guarnición Militar, carga y descarga de camiones… durmiendo de a ratos, espalda  con espalda sentados sobre los bolsones porta equipo, abrazados a los fusiles, con cinco cargadores completos (100 municiones), y cien municiones más en la bolsa de rancho. “En cualquier momento, salimos para la frontera”, nos decían.

El 2 de abril, el Jefe de Guarnición informó, ante una Plaza de Armas colmada de efectivos, sobre el éxito de la “Operación Rosario” y la recuperación de las Islas Malvinas. La Guerra había cambiado de enemigo.

Los días se acortaban en cantidad de luz solar, pero se alargaban en extensión. Desde entonces perdimos la noción de horas, días, semanas… 

Traslados a lugares apartados, transporte de explosivos y municiones, minados de playas, construcción de posiciones y pozos de zorro… nuevos traslados y movimientos de tropa, volviendo a realizar las mismas operaciones; siempre matizados con “bailes” (movimientos vivos), y con las recomendaciones de “guardar silencio” sobre lo que “hacíamos, veíamos, o los lugares donde estábamos”, bajo la amenaza de ser considerados “traidores a la Patria” por develar “secretos militares”, con la posibilidad de ser “Fusilados” de acuerdo al Código de Justicia Militar.

El frío apretaba fuerte, y el hambre muchas veces dolía. Dormíamos  en los pozos de zorro y posiciones, en carpas, con suerte en el piso de grandes galpones con escasa o ninguna calefacción; nos bañábamos cuando podíamos en algún club o gimnasio, si estábamos en un Pueblo. 

El 11 de Mayo nos encontró dentro de posiciones en la boca norte de la Bahía de San Julián. Hacía un tiempo que las habíamos cavado y enmascarado, en la Zona del Cabo Curioso. 

Hacía mucho frío, neviscaba y lloviznaba de a ratos. A lo lejos, sobre el horizonte se veía un buque de grandes dimensiones. Por momentos la bruma cubría la costa. La presencia del gran barco provocaba inquietud. Nadie podía salir de las posiciones, o encender un cigarrillo. No debíamos hacer nada que pudiese delatar nuestra presencia en el lugar.

Cuando comenzó a oscurecer, mientras la marea comenzaba a subir, el viento aumentó su intensidad y cambió de dirección. La bruma, que se había vuelto espesa por la tarde, comenzó a disiparse, y una luna llena y brillante resplandecía sobre el agua del mar. Cerca de la media noche, el reflejo sobre el agua permitió ver salir a hombres caminando en dirección a la playa –quizá los SBS no tuvieran en claro que las playas, en esa zona, tienen poca profundidad, y tuvieron que incorporarse para llegar-… en el mismo momento, en la otra punta del frente defensivo que formábamos, se observó acercar hacia la playa una luz pequeña. Era un bote gomón. Casi instantáneamente, desde todas las posiciones abrimos fuego. Dos bengalas blancas fueron lanzadas desde el bote, iluminándose toda la playa en momentos en que se veían correr hombres de indumentaria oscura en distintos sentidos…

Por los nervios, en vez de quitar el seguro del FAL para colocarlo en “tiro a tiro”, lo puse en “repetición”, por lo que gasté dos cargadores en solo ocho presiones sobre la cola del disparador (gatillo).

Esa noche, el miedo, la angustia y la adrenalina, se apoderó de nuestros cuerpos. Esperábamos que, en cualquier momento pudiera aparecer un “comando enemigo” a intentar matarnos… Confieso que, esa noche me oriné encima. Y, no podía borrar de mi mente la imagen de la primera munición (tranzante) impactando en el hombrecito de ropa oscura que vi salir del mar, ni de los veinte o treinta que corrían por la playa cuando abrimos fuego.

A la mañana no se nos permitió bajar a la playa, sólo lo hicieron algunos cuadros. Luego nos “recomendaron” que nos olvidáramos del episodio, recordándonos el articulado del Código de Justicia Militar.

En el horizonte, el Barco de grandes dimensiones, ya no se vió…

Este episodio fue descripto por quien fuera Jefe de la Bases Aérea de San Julián, Comodoro Maistegui, quedando plasmado en los folios 32 y 33 del Diario de Guerra Histórico del Comando de la VII Brigada de Infantería.

Ninguno de los Ex Soldados TOAS estuvimos a resguardo. Defendimos las Costas, las Bases Aéreas Militares, los Pueblos y sus Habitantes, cada punto estratégico, cumpliendo cabalmente las órdenes de combate que nos impusieran. Fuimos fervientes y obedientes defensores de nuestra Soberanía. Estábamos dispuestos a ofrendar nuestra vida por la Patria.

¡Merecemos que nos Restituyan el Honor Robado y la Veteranía Plena!

#LeyTOASya

Alberto Arturo Noal
DNI 16269324
Ex Soldado Conscripto
Batallón de Ingenieros de Combate 181
Comandante Luis Piedrabuena, Provincia de Santa Cruz







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