Bragado – Comandante Luis Piedrabuena – Sta Cruz


Tengo claro que mi vida cambio desde aquel 18 de abril cuando desde la ciudad de Junín,

fusil, bolso en mano y chapa de identificación con el número 380 “0+” colgada en el pecho

partió el Grupo de Artillería 101 con rumbo desconocido.

Al principio era todo alegría, hazaña, aventura. “Qué van a venir lo Ingleses” -decíamos.

Recuerdo esas horas en tren pasar y pasar por los pueblos; la gente saludaba con banderas.

Sin dudar (pensaba) por mi patria dejo la vida.Todo era incertidumbre.

Llegamos a Comodoro Rivadavia allá por el 25 de abril, y todavía, no sabíamos cuál era

nuestro destino. el frio era cada vez más intenso y por qué no decirlo …la pucha

cómo se extrañaban los afectos; sentía soledad por más que éramos un Regimiento de más

de 300.

En esa espera terrible, recibimos la orden de nuestro V Cuerpo de Ejército, marchar hasta

Comandante Luis Piedrabuena (Santa Cruz) donde arribamos un 2 de mayo.

Ahí realizamos nuestros primeros tiros de ejercicio, y quedamos en posición para proteger

el Litoral Marítimo Patagónico, desde donde se atacaría a la flota Inglesa.

Inglaterra ya había dado la orden de atacar el Continente (las bases aéreas).

No era poca cosa, comenzaban a sufrir el mayor daño que se le podía hacer a la flota….

Y sí, estábamos en guerra; era fundamental custodiar y resguardar los llamados “Puntos

estratégicos”.

Las noticias no eran alentadoras, pero estábamos ahí para defender La Patria.

El 8 de mayo llego la orden de cruzar a las Islas con dos piezas de Artillería. que ganas tenía

de hacerlo y, al mismo tiempo el miedo no me abandonaba. pero en la elección de soldados

no me toco. Fue así como partieron algunos de nuestros camaradas con 2 cañones 155

milímetros SOFMA modelo argentino.

Por esos días, las Alertas Rojas de aviso de ataque sonaban con más intensidad en nuestros

oídos. Recuerdo las recomendaciones de nuestros superiores: –“Soldados, no duden: voz

de alto y tiren, tiren; son ellos o ustedes”.

Así fueron pasando los días en esos pozos de zorro, en esas trincheras con agua barro y frío,

en esas guardias interminables. Mientras tanto, esperábamos ansiosos alguna carta, alguna

comunicación telefónica, alguna encomienda.

Fui de los afortunados a los que le llegaron algunas cartas y tuve esa comunicación

telefónica que uno nunca hubiese querido escuchar porque me avisaban el fallecimiento de

mi abuelo José Calvis.

Lejos y sin poder verlo, sin despedirlo…. un golpe más que me daba la vida.

En una de esas noches de junio, con mi fusil en mano esperaba 40 municiones más para

enfrentar a los ingleses. Entonces sonó la voz del Teniente Primero: “Usted ya no es más

Artillero. Desde ahora es un infante y como tal, ira al frente”.

Pero luego de una pausa con voz entrecortada agrego:“Soldados la situación, en Malvinas

no es la mejor”.

Con estas palabras nos decía que nos mandarían a un campo de guerra, sin la preparación

adecuada, porque lo único que sabíamos era manejar la artillería, no teniendo experiencia

en la lucha cuerpo a cuerpo.

Esa noche se paró el mundo. Entonces te pasa por adelante todo lo vivido: tu familia, tus

amigos, tu lugar en ese mundo (mi pueblo Facundo Quiroga).

Horas que no fueron tantas, pero si, interminables.

Al día siguiente llego el aviso: “Soldados, se produjo el bloqueo aéreo. No partirán a

Malvinas”. fin del conflicto, volvíamos a casa.

Pasaron ya casi 40 años y como tantas noches recuerdo lo mismo.

El 14 de junio cuando termino el conflicto, comenzamos los preparativos para volver a casa.

Alegría, bronca, desazón; un montón de cosas pasaron por la cabeza y comenzó la partida.

Viajamos a Rio Gallegos y por avión, a Palomar; luego, en tren, a Junín.

No olvidare nunca el recibimiento de la gente cuando llegue a mi Pueblo, a Quiroga; el

acompañamiento de los Bomberos en el auto bomba, la llegada a mi casa, la casa de la

abuela María, el abrazo con familiares y amigos, las lágrimas y mi primer pedido: – “Abuela

quiero milanesa con papas fritas”.

Pero no todo fue fácil. comenzaba una nueva batalla.

En el Regimiento nos recomendaron No hablar de lo vivido y fue así como entendí, con el

paso de los años porqué me fui metiendo para adentro.

En esos meses de julio y agosto del 82 tomé la decisión de partir en busca de trabajo a

Buenos Aires y pude ingresar en Entel (la compañía telefónica), presentando el certificado

como participe del TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur).

Después de unos años de no entender por qué,  casi nadie,  me hablaba ni tocaba el tema

Malvinas, pude enterarme de que esa era la orden del gerente: “no hablen de la guerra con

el señor Molina”.

Hoy cuando escucho “desmalvinización” entiendo que eso fue lo que viví durante estos 40

años. Un Estado que, con la complicidad de diferentes sectores de la sociedad, trató y

siguen tratando de tergiversar y silenciar la historia de la Guerra del Atlántico Sur.

Hoy recién puedo contar en parte mi historia

Veo en la llegada de estos 40 años al gobierno creando el espacio: “MALVINAS NOS UNE”.

Sin embargo, para poder cumplir con esa consigna “Malvinas nos une” esperamos

Del Estado Argentino una reparación y reconocimiento, para todos

aquellos jóvenes que siendo soldados que no llegamos a las islas fuimos parte esencial en el

Conflicto.

Somos los mismos soldados que hasta 1988 nos cobijaron bajo la ley 23109 y

los mismos que perdimos la veteranía con el decreto 509/88.

No se puede construir un país con una media verdad, con injusticia y olvido.

Nos merecemos un lugar en la Historia de la Patria y esperamos que en estos 40 años de

aquel 2 de abril nos una y nos hermane como en 1982.

 Juan Jose Molina

VGM (Veterano de Guerra Malvinas) no reconocido